Este último sábado teníamos compromisos nocturnos que nos impedían hacer salida muy lejana, así que decidimos aventurarnos en un terreno de juego clásico y especial.
No tenemos muchas escaladas en Riglos, pero todas las que hemos hecho nos han dejado un sabor de boca excepcional. La historia que destilan estas paredes impregna tu escalada de recuerdos y fabulas imaginarias acerca de aquellos valientes que empredían hazañas titánicas sin referencias prevías de los caminos que recorrían.
Esta vez nos dirigimos al mallo Fire para intentar su ruta mas asequible, «La galletas», que recorre la pared por su punto mas debil hasta llegar a una larga chimenea que nos depositará en un collado que facilita el acceso a las diferentes puntas, ya que este mallo tiene 5 cimas secundarias.
Esta vez todo salio bien. Nos repartimos la vía a largos elegidos minuciosamente durante la semana. Al final no seguimos nuestras previsiones y vamos empalmando largos al principio, pero la alternancia no varía y vamos escalando la via a un ritmo ideal y trabajando como una cordada coordinada.

Vane cada vez que llega a una reunión me pregunta si no me importa tirar a mi, pero con un poquito de trabajo psicológico se va apuntando largos y su cabeza va cogiendo confianza. Incluso habla por teléfono.
Nos ventilamos la via en 4 horas, que no está nada mal, y depués lo celebramos con una buena jarra en el bar el Puro, comentando lo agradable de esta escalada y mirando al mallo del que acabamos de bajar sin creer del todo que escasos momentos antes nosotros estabamosallí arriba.
Y por la noche una cena 5 estrellas en casa de Micky y Pili en la que, por fin, podemos brindar con nuestra botella de Fire!! 🙂